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De pioneras y derecho(s)

por Judith Manfredi (*) | para INESI

“El nivel de civilización a que han llegado diversas sociedades humanas está en proporción a la independencia de que gozan las mujeres”
-Flora Tristán | París 1803/1844

“Nuestra legislación no es feminista y está en pugna con las aspiraciones de la recurrente. (…) la inscripción de este diploma importa echar por tierra todos los principios legales consagrados por el Estado argentino y la organización actual de la familia, en la cual tiene asignada la mujer la función más noble y trascendental”.

Las anteriores palabras fueron expresadas por el Procurador General, Manuel F. Escobar haciendo referencia a la primera abogada de la argentina; causan incomodidad, y son repudiables incluso para la época, fueron dichas en el año 1900 y lamentablemente todavía tienen algo de contemporaneidad.
Soy abogada y soy consciente de que poder decir esto en voz alta no me estaba permitido hace unos años, ni siquiera tenía la posibilidad de estudiar una carrera por ser mujer. Hoy, 29 de agosto, gracias a la lucha de tantas compañeras puedo festejar el “Día del abogadO”, aunque el nombre siga permaneciendo imperturbablemente masculino. Como mujer soy consciente de que mis pasos solo son posibles por las luchas que me precedieron, cuando fui estudiante tuve que sortear obstáculos como tantas otras mujeres, pero ninguno se compara a los que enfrentó la primera mujer abogada argentina: María Angélica Barreda. 

Foto: Archivo General de la Nación


Nacida en La Plata el 16 de mayo de 1887, alumna destacada de la escuela normal de esa ciudad, decidió dedicarse a la carrera de Derecho. Soportando el hostigamiento y la discriminación sufrida durante sus estudios, concluyó y retiró el diploma profesional de la Universidad Nacional de esa ciudad el 28 de diciembre de 1909, con 23 años. Poco tiempo después hizo el juramento de rigor el 19 de mayo de 1910 y quedó inscripta en la matrícula nacional. Pero no todo iba a ser “tan sencillo”: los problemas surgieron al pedir audiencia en la Corte de la provincia de Buenos Aires para ser inscripta en la matrícula provincial, pedido que fue denegado por el entonces Procurador General, Manuel F. Escobar, quien elocuentemente expresara sus ideas patriarcales en la cita que encabeza este artículo.
Barreda hizo su descargo y, luego de exponer hábilmente sus argumentos, la Corte hizo lugar a su petición permitiéndole jurar en junio de 1910. Pero como dije, no todo es tan “sencillo”: la Corte hizo lugar a la inscripción a la matrícula como abogada, pero al hacerlo fijó un manual completo sobre las incapacidades de las mujeres, recordando la carencia de derechos políticos que las inhabilitaban, por ejemplo, al acceso a la Magistratura. Dice textualmente el fallo: “la mujer argentina no es ciudadana”. Esa lucha le iba a tocar a otras hermanas -el voto femenino recién fue aprobado en 1947, cuando la Dra. Barreda tenía 60 años-. 
Hoy, tanto quienes se identifican con el feminismo como quienes no lo hacen, debemos agradecer a los cientos de mujeres que transitaron las luchas y conquistaron los derechos de los que hoy gozamos. Demasiadas voces invisibles fueron negadas en nuestra historia, por lo que deberíamos reconocer con orgullo las conquistas que tan naturalizadas tenemos sin saber que corrió sangre, sudor y lágrimas para que hoy las disfrutemos. ¿podés votar siendo mujer? ¿fuiste a la universidad en vez de dedicarte a la familia? ¿podés fumar en público? ¿podés usar pantalones? ¿podés hacer una denuncia si tu pareja te maltrata? ¿podés escoger ser madre cuando quieras? Cuando te das cuenta de que respondés positivamente a todas estas preguntas, deberías mirar atrás y agradecer a una feminista. Todavía hay un largo camino por recorrer, porque quedan muchas preguntas que contestar, pero eso no debe quitarnos la sensación de orgullo que debe surgir al mirar para atrás.

(*) Judith Manfredi es abogada (UNL), ejerce en la ciudad de Paraná y es parte del equipo de INESI.

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