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Semana mundial del parto respetado: Mi decisión debe ser respetada

Por Cynthia Rodríguez* | INESI

Cada vez que pienso en esa frase de lucha: la maternidad será deseada o no será, pienso en la libertad. En aquella libertad de decisión de elegir parir o no, en la libertad de cómo, dónde y hasta dónde poner nuestra cuerpa…

Yo pude decidir: dónde, cómo y con quiénes parir… Yo parí en mi casa. Rodeada de amor, con responsabilidad, en intimidad, con cuidados de salud y respeto por mi palabra.  ¿Pero es esta una práctica habitual? ¿Se escucha el deseo de las personas con capacidad de gestar o priman otras cosas en las prácticas de salud? Durante el mes de mayo, se conmemora la semana del parto respetado este año entre la semana del 17 al 23 de mayo, bajo el lema: Mi decisión debe ser respetada En relación a esta temática conversamos con Jimena Zeballos: Educadora en Salud Materna de la Red Latinoamericana y del Caribe por la Humanización del Parto y Nacimiento, está formada en Salud Mental Perinatal por el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal de España, Doula, le gusta mucho el término “matriactivista”, mujer, cálida y empoderada.

Desde INESI, nos parece necesario visibilizar y poner voz a las prácticas que tienen que ver con acompañar nuestras decisiones en pos de mayores libertades y en contra de cualquier tipo de violencia.

¿Qué significa que sea respetado? ¿Las instituciones de salud pueden prestar escucha sobre lo que necesita la persona para parir? ¿Puedo pensar, sentir, soñar con parir más allá de los mandatos médicos prestablecidos? ¿Puedo elegir quién me acompañará en el parto, es respetado esto? ¿Qué es la ley de parto respetado Ley Nacional, la 25.929 ? ¿La ESI puede generar transformaciones, culturales, educativas y de empoderamiento en las personas con capacidad de gestar para que tomen sus decisiones sobre cómo parir? Alrededor de estas preguntas, conversamos con Jimena, quien nos dio su posicionamiento y abrió su corazón a INESI.

Jimena nos dice: Estamos en la semana mundial del parto respetado, es una semana que muchas mujeres y activistas aprovechamos para visibilizar esta temática. Intentamos remarcar, que hay una problemática que existe y que importa, que necesitamos además de celebrar los derechos conquistados, también poder señalar lo que hay que seguir mejorando.

Siento que el lema de este año: mi decisión debe ser respetada, así como todos los lemas anteriores y la propia existencia de una semana en el año que hable del parto respetado además de un ideal, lo que siento que hay que rescatar es la denuncia. Que exista la semana mundial del parto respetado significa que el respeto ahí falla, que sigue fallando, hay algo ahí que no se está respetando. El lema marca que hay algo que no está siendo respetado. Lo que me interesa a mí en relación a los lemas en general más que se repitan a modo de slogan es poder abrir preguntas. Muchas veces no estamos de acuerdo en cómo se enuncian los lemas, pero más allá de eso, se trata de poder desplegar el lema, conversarlo. Éste tiene bastante de interesante, mucha tela para cortar, porque ¿quién decide?: ¿Es la mujer? ¿Es siempre la mujer? ¿Qué mujer es la que decide? Y, además, cómo base para poder tomar una decisión hay algo que tiene que estar primero, que tiene que estar de una manera abundante, y consciente: es la información. Si no tenemos información, valida, certera, sustentada en la evidencia científica, información en relación a los procesos de gestación, de parto, de nacimiento, del proceso fisiológico, de los protocolos existentes, de las leyes q nos amparan. Si no tenemos información, no es verdad que podemos decidir.

Siempre hay un punto donde volvemos a las bases en las semanas del parto respetado y es la necesidad que tener información, y en lo personal me gusta decir semana de los partos y nacimientos respetados. Es importante incluir también la vida que llega, que hay muchos más derechos por conquistar en relación a los derechos del recién nacide. Hemos conquistado mucho en relación a la mujer, pero en relación a les niñes que nacen, falta mucho más.

Hace 9 años q trabajo como doula, y hay algo que me ha llamado la atención y que no cesa de aparecer. La mayoría de las mujeres, las familias, las parejas, en el marco de nuestras charlas, me preguntan: ¿puedo preguntar esto a la o el ginecóloga/o? ¿Puedo pedir esto? De base está la creencia, la idea, que él o la ginecólogo/a son quienes deciden, quiénes saben. Esto a lo largo del acompañamiento, claro, se va moviendo y corriendo. También, llegan familias con mucha información de qué es lo que quieren y cómo lo quieren. No estoy juzgando a la mujer, yo comprendo porqué esto pasa. Es que se han hecho tan mal las cosas durante tanto tiempo que hemos llegado a este punto donde la mujer dude si puede preguntar, pedir. Las mujeres andamos siempre como pidiendo permiso y dando nosotras muchas explicaciones… Que exista algo así como un plan de parto es un ejemplo, donde tenemos que escribir nuestras listas de deseos, decisiones y adjuntamos la ley de parto respetado, la ley de violencia obstétrica, adjuntamos recomendaciones de la OMS, hacemos un montón de cosas, nos convertimos en expertas estudiosas del asunto y se lo entregamos a una clínica, a un médico y demás. Cuando en realidad esa información, se supone que esta gente a la que se la entregamos, la debiera manejar y tener muy en claro y trabajar al servicio de esas recomendaciones y leyes. La información abunda, la evidencia científica es enorme y abundante y desde hace mucho tiempo. Entonces, hay un punto donde se da vuelta, es un punto un poco loco que nosotras tengamos que dar explicaciones, a pedir con tanta evidencia en mano, algo que es lo obvio, lo esperado, es lo saludable, además, no estamos pidiendo o yendo para el lado del descuido como muchas veces se nos acusa. Estamos yendo para el lado de los mayores cuidados, de la salud, del respeto por la fisiología, la ecología, del respeto de todes les implicades, esa parte es la que tenemos que tener más presente y en un punto dar de nuevo “vuelta la torta” otra vez y de verdad, que seamos nosotras las que tengamos que pedir explicaciones sin temor a ser castigadas y juzgadas por ello. Por qué no podemos ir al médico y preguntar: ¿Por qué este análisis? ¿Por qué otra ecografía? Por qué y para qué. Son elles que deben explicarnos los porqués de determinados protocolos y rutinas que aún están vigentes. Siento que falta bastante aún pero que estamos más cerca. Siento que esta lucha, tampoco es desde la confrontación absoluta porque sabemos que no resulta, pero sí que hay que ir corriéndose de tanto pedir permiso tibiamente, temerosamente porque de verdad que la evidencia y la ciencia están de nuestro lado.

Desde el lado de las mujeres gestantes, informarnos, hacer preguntas, tomar decisiones y desde el lado del activismo seguir laburando para que se modifiquen los protocolos y las rutinas desde lo público y lo privado que varía bastante. Es en lo público donde hay que moverse. Porque desde hace más de 50, 60 años hay mucha evidencia científica que indican que muchos de esos protocolos que se ejercen sobre el cuerpo de las mujeres y de les niñes recién nacides, no son aconsejables, no son correctos, son iatrogénicos, son crueles y violentos muchos de ellos, ponen en riesgo y dejan huellas imborrables. Hay mucho por hacer, para incluir más allá de la técnica, de cómo se encara el acompañamiento, del trabajo en relación a esto que es solo teniendo en cuenta un cuerpo, un cuerpo físico, biológico, las mujeres somos mucho más, hay una historia, hay biografía, hay deseo, necesidad, miedos, expectativas, cultura, subjetividad. El parto es mucho más que la expulsión del feto, como dice el diccionario. Se juega mucho desde lo psicológico, lo emocional, lo espiritual, es un evento sumamente complejo y, además, terriblemente atravesado por la cultura, como pocos creo yo. El acompañamiento tiene que estar a esa altura. Eso también hay que revisarlo, la formación de la gente que acompaña y cuidar muy bien a esa gente que también están descuidades las parteras, les enfermeres. Las parteras son quienes debieran estar a cargo del acompañamiento y cuidado son quienes se han formado para eso y volver a poner al médico, ginecólogo/a que aparezca cuando hay patología, que es desde ahí su formación profesional. De esto, probablemente estamos más lejos, es otro ideal, es ubicar las cosas en su justo orden. Hay un montón por hacer, porque ahí siento que está la raíz de mucha de esta problemática. Porque un evento que es del orden de la salud, de la normalidad, de lo instintivo, de la sexualidad, de lo íntimo, de lo saludable está “controlado”, con esa palabra, por un profesional formado para atender la patología de ese evento, por lo cual obviamente se patologiza un evento innecesaria e indebidamente.

Otra cosa que es innegable, no es lo mismo la mujer que llega muchas veces a lo público a someterse al protocolo, en donde va a poder decidir poco y nada que muchas veces la va a atender el que está de guardia, que la mujer que tiene otras posibilidades. La mujer a la que el feminismo la haya atravesado, que sepa que puede elegir, que sepa que existen las doulas y la busque, que pueda ir en busca de parteras y ginecologues que estén acorde a su deseo, pero claramente si no hay información previa no se sabe que se tiene que buscar o generar. Yo sé que muchas mujeres no llegan a mi laburo. Yo hice mis primeros 4 años ad honorem y a servicio y he hecho guardias en hospitales porque me pesaba que lo público esté lejos. Porque si se modifica desde ahí se modifica todo lo otro, como ya dije. De cualquier manera, se ha hecho mucho y se logra un montón en lo público. En Entre Ríos tenemos la suerte de que abunden las parteras, es otra cosa a nivel país.

Para mí la ESI es una gran herramienta, hay un poder en lo que pueda hace,  porque justamente nosotras nos encontramos con mujeres que empiezan a hacerse preguntas, y tienen que desandar un montón de miedos, sentimientos que van contra sí mismas desde hace mucho tiempo es decir: la relación con el ciclo menstrual, el desconocimiento, los tabúes, el prejuicio ya interiorizado… nosotras estamos en una generación más bisagra, pero claramente yo entiendo que las niñas de hace unos años y de ahora, nuestras hijas van a poder vivir su ciclo menstrual, sus relaciones sexuales, sus embarazos, sus partos o sus abortos de otra manera o sin tanto pesar y sin tanto que trabajar. Nosotras también tenemos que seguir trabajando para que deje de ser así porque es la vida misma. En relación al parto, embarazo y nacimiento se hace solo… sabemos que podemos… entonces sí la ESI es una súper herramienta para que esto deje de ser un peso, un dolor, y una patología también.

En relación a los feminismos creo que ha ido variando, tengo recuerdos de no hace mucho tiempo atrás, de estar en encuentros donde la maternidad no era un tema. Se nos juzgaba severamente a las madres que habíamos caído en las “trampas del patriarcado”, se desacreditaba, deslegitimaba que una mujer pueda decir: “yo desee este embarazo, la pase hermoso en este embarazo o mi reivindicación es desde este lugar. Yo lucho contra el patriarcado también desde acá, amando así, pariendo así, criando así…” El feminismo también tiene que mirar la maternidad… por suerte hay feminismos… y hay cosas que hemos avanzado, pero queda mucho por hacer.

“Queda mucho por hacer”, termina diciendo Jimena… La lucha por el empoderamiento, por una mirada más humana hacía ese momento hermoso para quiénes decidimos atravesarlo es un largo debate que como sociedad tenemos que darnos.

Tomar una decisión, no es una cosa fácil: es a partir de información, educación, estar rodeada de sostenes, para que esas decisiones, como todas en nuestra vida sean en libertad.

Celebramos a todas las mujeres que, como Jimena, dan esta lucha incansable, que cuidan de quienes decidimos parir… que son sostenes imprescindibles, que quedan en nuestra vida para siempre, porque todo lo que está rodeado de amorosidad es mejor tenerlo cerca, sobre todo en tiempos de confinamiento.

*Cynthia Rodríguez es Profesora en ciencias de la educación, activista por la ESI, feminista y parte del equipo INESI

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