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Mantener viva la memoria

Texto: Victoria Retamoza (*)
Fotografía: Jimena González (**) | Inesi


La reflexión sobre el pasado reciente, es una tarea imprescindible para toda sociedad que necesite comprender los procesos que fueron configurando el camino hacia su presente. El ejercicio de trabajar la memoria reviste de gran complejidad cuando el objetivo es entablar un diálogo con las generaciones más jóvenes, ya que implica buscar los modos, los caminos y los recursos para acercar las distancias generacionales que permitan hacer significativa la reflexión sobre un hecho, de modo que pueda traducirse en actitudes de compromiso hacia el entorno y la comunidad de la que forman parte.

El golpe de estado del 24 de marzo de 1976 que destituye al gobierno de Isabel M de Perón, es uno de los temas que plantea estos desafíos. Durante el siglo XX nuestro país había sufrido otros golpes, pero éste último tuvo características particulares que introdujeron cambios que llevan a plantear el concepto de “Terrorismo de estado”. El contexto de los años previos a la dictadura cívico-militar del 24 de marzo de 1976 era el de una fuerte crisis política y económica con altos niveles de violencia y con elecciones convocadas para unos meses más tarde.

 También es necesario señalar, de modo muy breve, que el período anterior venía marcado por una creciente movilización y organización de distintos sectores frente a situaciones de desigualdad e injusticia.  A partir de 1960 hay un significativo aumento de las luchas sociales en Latinoamérica en la que el triunfo de la revolución cubana (1959) es uno de los hechos que marcan la etapa.

En este contexto se impone la dictadura de 1976, llevando adelante un plan sistemático de terror que  busco a través de la represión, de la detención, de las torturas sistemáticas –entre ellas los delitos sexuales-, de la desaparición forzada de personas y el secuestro y apropiación de menores,  “disciplinar” a la sociedad e instaurar un modelo económico neoliberal  basado en la anulación de derechos laborales, la caída en el nivel de los salarios, la apertura de los mercados que arrasa con gran parte de la industria nacional y el crecimiento de  la deuda externa, por citar algunas medidas.
En este disciplinamiento, también se encuentra el quiebre de los lazos sociales, de la solidaridad, de la empatía que como pueblo debemos tener.

Es por eso que en este complejo escenario destacar las páginas que escribieron las madres y abuelas de plaza de mayo en el proceso de búsqueda de la verdad, con sus pañuelos blancos, enfrentándose a la dictadura, se hace obligatorio. Como dice Barrancos:

 “Sólo las madres, ningún otro intermediario, podían llevar de modo consecuente e infatigable el rito de pedir, reclamar, inquirir a fuerzas inconmensurablemente potentes, algo que ni siquiera sabían al principio de su gesta. En los enunciados más conservadores- además de cínicos- los agentes dictatoriales se permitían reprocharles que ellas no habían sabido cumplir con el mandato de encauzar adecuadamente a sus hijos. Por eso las madres redoblaron aún más la apuesta; rondando el mismo arquetipo, constriñeron su misión a la elevada fórmula de la obligación esencial de la maternidad que aquellos no querían reconocer. Quisieron así dotarla de un estilo apolítico, aunque su inocencia de amas de casa las hiciera ignorar que su resistencia no tenía otra inscripción que la más proverbial de las actividades políticas. No sabían- por suerte- que el foro de la Plaza, al resonar como el no consenso, fundaba una política para enfrentar la dictadura. Después, es claro, perdieron esta inocencia; lo notable de la épica de las Madres es que por el lado del revés feminista mostraron que lo personal es político”. (Barrancos, 2010,p.268 Mujeres en la sociedad Argentina: Una historia de cinco siglos).

 Este 24 de marzo nos encuentra en una situación particular, en el contexto de la emergencia sanitaria nos sumamos a la campaña #pañuelosconmemoria, a través de videos y fotos de cada ventana, balcón o puerta para circular en las redes, ya que las páginas de este libro de la historia reciente de nuestro país se siguen escribiendo en la búsqueda de los nietos y nietas que todavía no han recuperado su verdadera identidad,  en el juzgamiento de los responsables de éstos delitos de lesa humanidad (considerados imprescriptibles), en cada ejercicio orientado a mantener viva la memoria.

(*) Victoria Retamoza es Profesora de Historia, Docente de ESI y parte del Equipo Inesi.
(**) Jimena González es Locutora, Teatrista, Fotógrafa, Docente de ESI y parte del Equipo Inesi.

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