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Salud Mental: El desafío de hacer(se) lugar

por Liz Meza (*) y Florencia Asin (**) | para INESI

Hoy, 10 de octubre, se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental: conmemorar puede ser una invitación a pensar con otres, a revisar, a resignificar, a construir con memoria, a preguntarnos: ¿Qué es la Salud Mental? Nos encontramos con definiciones que la asocian al padecimiento subjetivo, ¿se trata solamente de eso? ¿Cómo la concebimos quienes trabajamos en instituciones públicas que deben garantizarla como derecho? ¿Qué lugar tiene la Salud Mental en aquellos espacios que han estado atravesados históricamente por la lógica del modelo médico hegemónico? Entendemos que es un proceso de transformación, que las instituciones de atención primaria de la salud siguen reproduciendo una lógica de abordaje centradas exclusivamente en la mujer como cuerpo reproductivo, responsable único del cuidado de la familia y la crianza, o como víctima, o como ser pasivo frente a su propio malestar. Frente a esto  ¿Cómo nos hacemos lugar las trabajadoras de la salud mental en esas instituciones que sostienen una lógica patriarcal? ¿Es posible pensar el abordaje de la Salud  Mental en instituciones que hagan lugar a la mujer y sus deseos? ¿a las disidencias y sus deseos? En el abordaje de la salud mental ¿es apropiado nombrar al otre como paciente? ¿paciente de que? ¿que espera? ¿Acaso ser activo frente al deseo no es lo más saludable?

Para nosotras, mujeres profesionales, comprometidas con la labor de la salud mental en instituciones fuertemente biologicistas emprendernos en la tarea de escribir, decir, visibilizar, son maneras de hacernos lugar, hacerle lugar al deseo frente al malestar y hacer lugar a lo subjetivo. 

En primera instancia, y porque con ello tiene que ver la convocatoria a escribir(nos), ubicamos el sentido de esta fecha. En 1995 la Federación Mundial para la Salud Mental y la Organización Mundial de la Salud instituyeron este día con el propósito de contribuir a la toma de conciencia acerca de los problemas de salud mental y a erradicar los mitos y estigmas en torno a este tema. La Ley Nacional Nº 26657, sancionada en 2010 y reglamentada en 2013, reconoce a la salud mental como un derecho y en este sentido lo describe como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mantenimiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos  y sociales de toda persona.

Sin dudas, la salud mental es una construcción, y su reconocimiento como derecho es reciente en la historia, una historia dominada por el paradigma psiquiátrico manicomial. Así, la salud mental en tanto campo interdisciplinario, intersectorial y político también ha estado haciéndose lugar como derecho a partir de declaraciones, convenciones y leyes, entendiendo que el sufrimiento humano no es sólo producto del orden biológico, sino también de un orden socio-cultural-histórico definido, que requiere de estrategias de abordaje que debe proveer el Estado y la comunidad de pertenencia. De esta manera es necesario pensar a la salud mental como derecho, donde se permita una mirada no patologizante, inclusiva, que aloje las diferentes manifestaciones subjetivas del sufrimiento, y que, promueva acciones para construir otras posibilidades de vida. Un aspecto clave de esto es la accesibilidad, y la función de las instituciones públicas como garantes para que dicho derecho sea ejercido. 

Para quienes trabajamos en salud mental en instituciones de atención primaria de la salud (Centros de salud) el desafío de hacerse lugar es permanente.  Un lugar que se construye diferenciado de la práctica médica, o al menos del lugar que las prácticas médicas tienen en la sociedad y en las políticas de salud pública.

Tradicionalmente se asocia salud mental con abordajes psicoterapéuticos individuales e intervenciones psicofarmacológicas, que de alguna manera, si es la respuesta exclusiva y excluyente, obturan la posibilidad de pensar a la salud mental como construcción social, colectiva y comunitaria, que implica el compromiso de la sociedad, las instituciones y el Estado. Si pensamos que salud mental es creatividad entonces se trata de crear (nuevos) espacios que den respuesta a la complejidad de las demandas en relación a las manifestaciones actuales de las subjetividades.

En esas instituciones donde la mirada queda reducida al cuerpo biológico y la enfermedad, es necesario posibilitar encuentros que alojen la singularidad, la particularidad, lo subjetivo, donde sea posible enlazar historias, generar acuerdos, potenciar recursos y por sobre todo habilitar el saber sobre las propias necesidades, un saber que el modelo médico hegemónico toma cada vez que interviene en el cuerpo de otre.

¿Trabajar con pacientes o con Mujeres deseantes?

Nos propusimos hacer lugar a las mujeres, en aquel lugar donde su cuerpo es maternizado, controlado, cuestionado. Consideramos que es necesario construir una salud mental comunitaria y con perspectiva de género. Que habilite espacios para que sea posible ejercer libertades, preguntarse acerca de lo que quiero, necesito, deseo. Que incluya, acompañe, escuche, habilite.

Nuestra experiencia es la de trabajar con mujeres desde la alegría, la potencia, el aprendizaje, el intercambio y la posibilidad. Construimos con otras salud en círculo, de miradas horizontales, charlas y escuchas compartidas, en un hacer permanente que involucra a todas, que incluye e integra. Hacerle lugar al deseo es un trabajo que implica a todes en una sociedad que sanciona, cuestiona y oprime.

En nuestra labor nos encontramos muchas veces con mujeres que nunca pudieron preguntarse acerca de lo que quieren o necesitan. Preguntarse acerca del propio deseo no está habilitado en la pobreza, en las disidencias, en las minoridades. Habilitar el deseo ahí donde se vulneran derechos, donde las posibilidades son desiguales, ahí, justo ahí, se vuelve urgente la necesidad de hacer lugar.

Para finalizar, consideramos importante transmitir que, en definitiva, para nosotras salud mental es hacer lazo, es encuentro con otre, es vínculo y relación.  En palabras de Floreal Ferrara, es la capacidad singular y colectiva para luchar contra las condiciones que limitan la vida. Es hacerse lugar (como se pueda y con lo que se tenga), en la comunidad, en las instituciones, en la sociedad. Es mirada, escucha, afecto. Es hacerle lugar a la subjetividad, al deseo, ponerle voz, palabra y cuerpo.

Referencias:

Ley Nacional de Salud mental Nº 26.657

Stolkiner, A. y otras (2017) Salud Mental, comunidad y derechos humanos. ISBN 978-9974-704-16-9. Montevideo, Uruguay.

Asin, F; Else, J. (2017) Espacio de Encuentro entre Mujeres: la grupalidad en APS. Trabajo presentado en las VI Jornadas InterRisam: CONSTRUYENDO LA TRANSICIÓN HACIA LA SALUD MENTAL COMUNITARIA: HACIENDO-NOS EN LA COTIDIANEIDAD DE LOS DESAFÍOS ACTUALES. Pto. Madryn, Argentina.

Ferrandini, D. Algunos problemas complejos de salud. Material del Curso en Salud Social y comunitaria en el marco de la Capacitacion para trabajadores de la salud del Primer Nivel de Atencion. Ministerio de Salud de la Nación.  Disponible en: http://www.msal.gob.ar/images/stories/bes/graficos/0000001075cnt-modulo-5-curso-algunos-problemas-salud-complejos-2017.pdf

(*) Liz Meza es Lic. en Psicología y parte de INESI 

(**) Florencia Asin es Lic. en Psicologia – Especialista en Salud Mental (RiSaM)

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