Skip to main content

Yo, Radio

Por Jimena González (☆)  | INESI


Oyente siempre, hacedora hace 20 años. Cada postal de mi vida tiene de banda sonora algún dial. Intenté hacer una lista, quise describir esas postales. Son muchas, el texto me va a quedar largo y la gente ya no lee largo (además ¿a quién le importará mi historia con la radio?). Seguramente caeré en lugares comunes, pero será mi permitido: a la radio le fascinan los clichés.

Como dije, oyente desde siempre. Pasaré por alto toda la primera parte, entre las que suena Magdalena, Saborido, el fútbol del abuelo los domingos, el encuentro con la FM y el cassette en punta para grabar las canciones del momento, las trasnoches con Dolina. Cuando me encontré teniendo que decidir una carrera, sin sentir ninguna vocación como propia, me anoté en Locución. No fue por mi voz, tampoco porque haya pensado en la magia de hacer radio. Mi definición fue práctica: ante la falta de concreción, una carrera que tuviera de todo un poquito, era ideal. Se cursaba de noche y a 5 cuadras de casa, Alcoyana Alcoyana. La magia llegaría después, con el hacer y a través del encuentro con variadas y diversas personas, amigues con quienes creamos universos radiofónicos increíbles. Pero para llegar al goce, padecí muchísimo estar por fuera de la norma “de lo que debe ser una locutora”: yo pensaba y quería opinar, algo no se usaba mucho por aquel entonces. Les locutores éramos las vedettes, las voces engoladas y acartonadas, quienes sólo existíamos en el éter para brillar. Y las mujeres, en ese punto, cumplíamos el rol decorativo: ser cálidas, amorosas, y si era necesario sexis.  Todo sea por aportar a la fantasía. Entonces, tuve una de mis primeras revelaciones: no sería fácil tener voz propia, ser inteligente, tener humor y ser mujer en ese universo. 

Como en la mayoría de los espacios: no sería fácil ser mujer. Gracias a la radio me fui haciendo feminista. Gracias a esas pequeñas luchas de pasillos, de debates en  cocinas, conversaciones de rincones rodeados de goma espuma y prejuicios, mi existencia como hacedora de radio se fue construyendo en una base de feminismo concreto. Mis grandes orgullos radiales fueron creaciones hechas con otras mujeres, donde construimos universos propios, haciendo lo que nos decían que no correspondía: hacer humor y generar contenido. Pensar. Decir. Provocar. Jugar. 

También en la radio padecí el machismo en carne propia. Desde oyentes que me trataron (al aire) de “Cachito” por no cumplir con mi rol femenino de sensualidad y beboteo, hasta compañeros de piso que, con asombro, descubrieron que tenía cerebro diciendo “Ah, pero vos sabés opinar… ¡qué loco!”. Haciendo radio para jefes horrendos, soporté insólitos debates sobre violencia de género, censuras directas, e incluso tuve que defenderme de las garras de un renombrado periodista que, de la nada, me abrazó como si mi cuerpo le perteneciera, y ante mi violenta negativa, me trató de “arisca” frente a toda un equipo de producción que miraba con naturalidad la escena. 

“Tu problema es que hablas demasiado de eso (feminismo), ya no se puede hacer chistes con nada”, “los oyentes no se dan cuenta de eso, estás exagerando, es una broma”. En la radio me hice feminista porque la desigualdad se vibra en vivo y en directo. Porque es territorio de hombres, y nosotras sólo estamos ahí para adornar. 

La radio es magia, es presente, es termómetro de la sociedad. Es compañía y relato cotidiano de nuestra historia. Es instantánea, fugaz, viajera, comunitaria. Es un espacio de transformación y lucha, porque en definitiva es un espacio que te forma, te abre una mirada del mundo, te da una voz propia. No es necesario que hagas radio para sentirlo. Porque la radio, a diferencia de cualquier otro medio de comunicación, cuando te atrapa, se convierte en tu palabra y pasa a ser parte de tu vida. No es para todes, lo sé. En palabras de un viejo amigo-bicho de radio, los verdaderos oyentes son quienes se entregaron a que “te emocione, te permita mirar lo cotidiano desde algunos lugares más, te sacuda el cuore o el coco, que se cuele en tus esencias y permita que en vos se avive el viento de la pasión”. (1)

Tras años de profesión, de idas y vueltas en este amor, este cumpleaños Nº 100 de mi amada amiga, estoy al aire. Como la mejor recompensa de este recorrido, me encuentra hablando de género, de feminismo, de Educación Sexual Integral para todes. Junto a las compañeras de INESI, intentamos cada semana bordar de violeta el éter, multiplicar ternura, enhebrar palabras y deshojar secretos. Nos desafiamos a crear nuevas miradas sobre el mundo, a provocar preguntas, a tejer nuevas maneras de amar en nuestra comunidad.

☆ Jimena González es Locutora, Teatrista, Fotógrafa, Docente de ESI y parte del Equipo INESI.

 (1)Polaroid: “Hacer radio” de Claudio Chiuchquievich, el Chuka. https://www.facebook.com/pokerdesotas/posts/3282760195143605

Deja un comentario