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Educación Técnica: Equidad de Género vs. Masculinidad Hegemónica

Por Celeste Ledesma (*) Julieta Muchiut (**) | para INESI

El 10 de octubre de 1898 el gobierno nacional creó planes de estudios correspondientes a las carreras técnicas en las especialidades mecánicas, química y construcciones, y así se celebraba por primera vez en Argentina el Día Nacional del “Técnico”.

Y aunque la Educación Técnica ha sido un espacio de constantes transformaciones en las últimas tres décadas, la equidad de género sigue siendo una cuenta pendiente, ya que estos espacios pedagógicos están marcados por una fuerte impronta que refuerza el carácter ‘masculino’ de los especialistas técnicos y agrotécnicos.

Así, pensar estos espacios en perspectiva de género tiene una complejidad aún mayor que en otros ámbitos escolares, y se puede observar cómo se invisibilizan algunas identidades y se refuerzan los sentidos de lo que “debe” hacer cada unx de acuerdo a su condición sexo-genérica.  

Es importante recordar que las escuelas técnicas surgen bajo el Estado de Bienestar, vinculado a la industrialización del país y en un contexto sociohistórico que buscaba formar obreros especializados (para las obreras, el destino sería bien diferente). En palabras de la Dra. Graciela Morgade,  “en particular las especialidades de construcciones, y metalmecánica o automotores…”, que tendieron a “…reforzar el carácter ‘masculino’ de dicha modalidad, donde se despliega y refuerza la masculinidad hegemónica a través de la ‘fuerza’, el contacto con ‘las máquinas’, la valoración de los saberes técnicos y el bajo peso relativo de las humanidades. Un mundo sentido como ‘seguro’ o ‘amigable’, aun cuando las chicas hayan desarrollado alguna inclinación hacia esos temas… ”. Para ellas, en cambio, se pensaron espacios educativos vinculadas a “artes y oficios”, y de esa manera equilibrar la balanza de los géneros en la educación.

Durante la reforma de los años ‘90,  este sector atravesó las principales modificaciones, y con la posterior recomposición a partir de la Ley de  Educación Técnica Profesional del año 2005, fueron los principales puntapiés para poner en tensión los diseños curriculares, pero no fueron suficientes para cuestionar la impronta masculinizada de la Educación Técnica y Agrotécnica. Si indagamos en la literatura para la modalidad y en los planes de estudio, sólo aparecen tibios esbozos, al observar que al referirse a lxs estudiantes y egresadxs la denominación que se utiliza es “los técnicos”

Lo que no se nombra no existe, lo que no se muestra tampoco.

Hablar de “los técnicos” está instalado en el léxico institucional y en las escuelas no aparecen interrogantes en relación al sexismo visible en la escritura de los contenidos curriculares. Ignorar la posibilidad que tenemos como formadores de interpelar ésta problemática, es permitir que los sistemas lingüísticos continúen produciendo y reproduciendo “…contenidos estandarizados de una relación desigual, jerárquica y genérica, que acentúa la visión asimétrica del sexo masculino sobre el femenino”. (Fainholc P. 39)

Por otra parte, las representaciones sociales sobre la Educación Sexual Integral en la escuela de Modalidad Técnico Profesional está profundamente atravesada por la denominada “masculinidad hegemónica” (Connel, 1995), esto quiere decir que la figura que prevalece por sobre la mujer y sobre las otras identidades que no se mencionan dentro de la escuela, es la de los varones “Técnicos Profesionales”. No por nada, las mujeres siguen siendo minorías en las escuelas Técnicas y Agrotécnicas, que han sido fuertes bastiones de hombres que, desde sus talleres, huertas o aulas, han hecho crecer su masculinidad (reproduciendo rituales arcaicos incluso), dejando afuera todo vestigio de humanidad sensible vinculada al mundo femenino.

Por una Caja de Herramientas multicolor

Los oficios no son cosa de “chicos” ni tiene que ver con la fuerza, y un ejemplo de ello en la ciudad de Paraná es la Cooperativa La Pasionaria, integrada por 17 personas del colectivo que trabajan en la construcción y remodelación de viviendas. Así lo explica en una nota publicada en El Diario la joven Azul Mussi, integrante del movimiento: “Las compañeras se han ido capacitando y tenemos distintas especificidades, hay profesionales dentro del grupo, como arquitectas hasta una restauradora de monumentos históricos. Tenemos compañeras que son ayudantes de albañil, y la idea es que a fin de año, todas seamos oficiales albañiles e incentivar a todas las compañeras para que crezcan”, afirmó. 

En el interior de nuestra provincia, si bien las escuelas técnicas y agrotécnicas tienen una lógica de trabajo particular en cada institución  (y a pesar de que no hay publicaciones específicas en los lineamientos curriculares de la Ley Nacional de Educación Sexual Integral (ESI) N° 26.150 para dicha modalidad) lxs estudiantes y docentes han logrado crear espacios genuinos de encuentro donde proyectan respuestas para sus comunidades.

Para que lxs jóvenes comiencen a ser parte de un proceso de integración y abracen la diversidad en todas sus formas,  lxs adultxs debemos comprender que en la escuela las políticas educativas deben ser respetadas y puestas en práctica (más allá de las creencias personales) entendiendo que constituyen un espacio de ampliación y defensa de los Derechos. Mientras más políticas educativas de equidad escasean, un universo de pibas y pibes crecerá y reclamará  otros modos de nombrarse y de ser. Volverse visibles. Lo que no se nombra no existe, y lxs tecnicxs reclaman ser nombradxs.

(*) Celeste Ledesma. Lic en ciencias sociales. Especialista en Políticas Públicas para la promoción de la igualdad en América Latina y parte del Equipo Inesi
(**) Julieta Muchiut es Técnica en Comunicación Social

Bibliografía               

-MORGADE, G. ALONSO, G. (2008), (compiladoras), Cuerpos y Sexualidades en la escuela: De la “Normalidad” a la disidencia, Buenos Aires, Paidós.

-FAINHOC, B. (2011), Educación y Género: Una perspectiva social, cultural y tecnológica, Ed. Lugar, Buenos Aires.

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